La infección Regresa: Lecciones Aprendidas Sobre el Cuidado de las Enfermedades Raras

Alan Hieber, Contribuidor DMD | 19 de julio del 2023

 

Anteriormente escribí sobre una infección que se presentaba como hinchazón alrededor de la parte inferior de mi mejilla derecha. Hace unas semanas, volvió con fuerza. Al principio empezó como hinchazón en la misma zona que la última vez. Esta vez mis problemas dentales coincidieron con una visita a mis especialistas neuromusculares. Tengo citas dos veces al año para tratar mi distrofia muscular de Duchenne (DMD).

Hablamos de la mayoría de los temas habituales, y le mencioné a cada doctor sobre el nudo visible de mi cara. Ninguno de ellos se mostró preocupado por lo que les contaba. La principal sugerencia que me hicieron fue que fuera al dentista.

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Seguí ese consejo y visité a mi dentista local unos días después. Allí me hicieron una radiografía de los dientes. Me indicaron que era poco probable que se tratara de un problema dental. Me recetaron un antibiótico con la esperanza de eliminar la infección.

Por desgracia, no fue así y la inflamación se extendió a la barbilla. Mi padre palpó la zona, que estaba caliente al tacto. Así que decidimos que debía ir a la sala de emergencias.

Tras un par de horas de espera, me hicieron una tomografía computarizada. La cual reveló una infección bastante grande, por lo que me ingresaron en el hospital indefinidamente. Subí a mi habitación sin darme cuenta de lo que me iban a hacer pasar durante los días siguientes.

La primera noche le dije a una enfermera que no había comido ni bebido mucho ese día y que quería un bocadillo (refrigerio, aperitivo, snack). Me dijeron que estaban preocupados por mi capacidad para deglutir (tragar) y que tendría que hacerme una prueba para determinarlo. Los médicos y las enfermeras también se dieron cuenta de que me bajaba la presión, algo normal en mí debido a los medicamentos que tomo para el corazón. Sin embargo, esto se trató mediante la suspensión de dichos medicamentos. Como resultado, mi corazón latió más rápido durante las siguientes horas. Además, no me hicieron un estudio de deglución con hielo hasta las 11 de la noche y no comí ni bebí nada.

Durante la mayor parte de mi estancia, mi padre estuvo allí para ayudarme. Mi madre también estuvo allí algunas veces. Los médicos y las enfermeras no estaban preparados para esto. Se opusieron a que mi padre me ayudara con ciertas cosas, como trasladarme de la silla de ruedas a la cama. Hemos tenido rutinas muy similares durante las dos últimas décadas, así que esto me desconcertó. Parecían tener la impresión de que mis padres eran unos sabelotodo. Nadie parecía tener en cuenta lo que yo tenía que decir, y se aprovechaban de mi voz baja.

Tras una noche de poco sueño, me dijeron que tenía el azúcar bajo. Entonces mi padre preguntó si la falta de comida podía causarlo, a lo que el médico dijo que era posible. Más tarde, ese mismo día, una enfermera intentó inyectarme un medicamento que previene los coágulos de sangre, ya que estuve tanto tiempo en la silla. Esto, sin embargo, es más adecuado para alguien que tiene que cambiar bruscamente a un estilo de vida inactivo. También existía el riesgo de que interactuara con mis medicamentos, así que lo rechacé en el último segundo.

Tomé antibióticos por vía intravenosa durante dos días, lo que pareció calmar parte de la inflamación. Cuando salí del hospital unos días después, la piel se abrió alrededor de la zona de la barbilla, liberando la mayor parte del líquido que había dentro. Ahora estoy viendo a un otorrinolaringólogo cerca de donde vivo, y puedo volver a visitarlo si la infección reaparece.

Esta terrible experiencia me enseñó algunas cosas. Durante toda la experiencia, mi padre no paró de decir que era como si estuviera atrapado entre dos mundos médicos, el pediátrico y el de los adultos. Me atienden en un centro pediátrico con especialistas neuromusculares. Pero están poco dispuestos a tratar otras enfermedades, como las infecciones. Sin embargo, cuando tengo que ir a un entorno más adulto, tienen poco conocimiento sobre la DMD. En mi opinión, eso permitió que ocurrieran algunos errores cuando estuve en el hospital.

Esto me lastimo emocionalmente, como una fractura, acerca de mi sentido de pertenencia en la sociedad. Siento que no se tiene en cuenta mi salud. Sin embargo, aprendí a manejar mejor una situación así y a tener voz en estos asuntos.

 

 

Sobre el Autor

Alan Hieber, Contribuidor DMD

Alan tiene 28 años y obtuvo su licenciatura en comunicación masiva de la Universidad Estatal de Wright en Dayton, Ohio, en 2016. Su experiencia como escritor es principalmente en deportes. Ha realizado trabajos de relaciones públicas para los equipos atléticos de Wright State y varios artículos para el Dayton Daily News. Al nacer, se le diagnosticó la rara enfermedad muscular genética y degenerativa distrofia muscular de Duchenne, y recibe atención para su afección en una clínica de renombre dentro del Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati en Ohio.

 

 

Esta nota es sólo una traducción del contenido original. Para leer la nota original de divulgación en inglés consulte: https://www.rarediseaseadvisor.com/patient-columns/dmd-columns/infection-strikes-back-what-lessons-learned-rare-disease-care/

 

 

 

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